sábado, agosto 02, 2008

INVENTARIOS

Las revoluciones del porvenir

Su espacio preferido era una esquina de la cama de sus padres. Con los dedos moldeaba la sábana hasta darle forma y tridimensionalidad requerida por su mente. Cordilleras de montañas emergían de la nada, y ante ellas la inmensidad del resto del colchón, llanura interminable, pampa de sus solitarios juegos. A los primeros sonidos producidos por su boca aparecían naves imposibles, maquinarias del futuro, mecanos conducidos por una especie humana sin nombre, sin raza, sin rostro alguno. Las batallas entabladas en el espacio suspendido de su infantil creación duraban, quizá, lo que dura un fugaz recuerdo de amor perdido. Hasta que su madre, intrigada por aquellos efectos sonoros venidos de la recámara, interrumpía, sin querer, la guerra que el hijo libraba con su juguete predilecto: la imaginación.

La humanidad del futuro alcanzó un buen día al niño, transfigurado en adulto. ¿O fue él quien dio primero con ella? Las sábanas se convirtieron en pliegos de papel, lienzos y generosos muros. Ahora, en la soledad de la pampa creativa, una pregunta le duele en silencio mientras espera que desde lo alto una nave aparezca y se lo lleve a un mejor mundo posible porque, le parece que en éste, se requieren muchas cosas más que la imaginación para ganar todas las batallas, y además, su organismo no vivirá tanto para las revoluciones del porvenir.